Géneros

9 junio, 2016

“Las dimensiones del #NiUnaMenos tienen que ver con una genealogía feminista”

Karina Bidaseca, académica feminista, fue una de las impulsoras de la movilización “Ni Una Menos”. En entrevista con el programa radial Código de Radio, expresó su punto de vista del impacto de este hito en la historia del feminismo argentino.

Karina Bidaseca, académica feminista, fue una de las impulsoras de la movilización “Ni Una Menos”. En entrevista con el programa radial Código de Radio*, expresó su punto de vista del impacto de este hito en la historia del feminismo argentino.

Bidaseca es doctora en Ciencias Sociales, docente universitaria y se define como «feminista descolonial». Conmovida por la participación masiva que tuvo el «Ni Una Menos», a la que entendió como “una especie de catarsis”, sostiene que, como todo acontecimiento público, sus causas no son lineales sino una acumulación de sucesos que marcó a la sociedad.

“El 3 de junio fueron sucesos que se acumularon, terribles injusticias y que decantaron en la necesidad de sacarlo afuera y demostrar una vez más que lo personal es político, que lo que sucede dentro de los hogares es público y que no hay un ámbito privado separado del ámbito público. Eso fue lo que mostró esa gran convocatoria”, señaló.

– ¿Qué consignas en particular lleva adelante el “Ni Una Menos”?

– Las del año pasado fueron consensuadas con muchas comitivas y principalmente con la participación de la ONG La Casa del Encuentro y los familiares de las víctimas. Una fue la creación de un registro de feminicidios que, días después de la marcha y producto de esa expresión, se creó. En realidad se había creado hacía un tiempo atrás, pero con la demanda de “Ni Una Menos” se consiguió el impulso mayor que necesitaban las compañeras que lo estaban militando desde adentro. Este año fue “Ni una menos, vivas nos queremos”.

«Vivas nos queremos», es muy importante porque también hace alusión a una demanda latinoamericana, que nace de un grupo en México. Lo que se incorpora además es la despenalización de los abortos.

– ¿Qué cambió a partir del año pasado en políticas concretas?

– El registro de feminicidios fue el gran impulso de esa marcha. Luego vino el cambio de gobierno. Es importante tener en cuenta que hay una gran vulnerabilidad debido al desmantelamiento de programas respecto a la violencia de género y del área de promoción. Eso, como política pública, es un retroceso porque para que este cambio cultural signifique y tenga la dimensión que debió tener, se necesita financiamiento, se necesita que el Estado respalde a través de políticas públicas precisas, con programas desde educación hasta otros que traten a la violencia como un problema integral.

Que sea un programa de educación, que sea «tematizado» en las escuelas, trabajado en todos los ámbitos porque, más allá que pensemos que es importantísima la masa cultural, consideramos que es el heterosexualismo el que mata y ese es un trabajo que se tiene que hacer junto a la familia y la educación.

– Dijiste “el heterosexualismo mata”, ¿cuál es tu visión del feminismo y femicidio?

– Hablamos de cuerpos feminizados. Es decir, no la categoría mujer en singular, sino de aquellos cuerpos que asumen esa condición. Por eso apelamos a travesticidios y a las categorías que las compañeras impulsan desde las colectivas trans, incluidas en lo que nosotras consideramos feminicidios.

Aquí hay también alguna discusión sobre si es femicidio o si es feminicidio. Femicidio es una traducción del inglés, concepto que empieza a tener más desarrollo en la década de 1970. Luego hay una traducción desde América Latina que es feminicidio, que apela a la responsabilidad del Estado. Es decir que aquí, a lo que nosotras interpelamos fuertemente, es a los Estados. Los Estados tienen que responsabilizarse por acción o por omisión y por eso nos interesaba llevar la discusión adelante por feminicidios.

A pesar de que ciertos ámbitos, judiciales por ejemplo, nieguen el término, ya es una bandera importantísima y se reconoce en el resto del mundo. Eso tiene un valor, un sentido propio que le da a la región y que también apela a un gran cuestionamiento sobre el sistema capitalista y racista.

– ¿A qué refiere el concepto de «feminismo popular» y con qué otro concepto viene a discutir?

– Compañeras como Mabel Belucci, pensadora feminista y militante, contaba cómo en los años setenta el feminismo era como un gueto, un espacio de pocas mujeres. Desde ese momento hasta ahora, ver el “Ni una menos” o la convocatoria que tienen los Encuentros Nacionales de Mujeres, hace pensar justamente que ahí hay un gran acontecimiento que sucede en estas décadas. El feminismo ya no es una cuestión de elite, ni de ciertas feministas de vanguardia, sino que realmente interpela fuertemente a todas las generaciones y a las mujeres de sectores populares.

Nosotras en lo particular militamos lo que llamamos feminismo anticolonial, que tiene que ver con cuestionar la carga etnocentrista. Es decir, que ese feminismo pretende representar las voces de las mujeres que han sido excluidas de ese feminismo hegemónico; sean mujeres campesinas, originarias o afrodescendientes.

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Finalizando la entrevista, Bidaseca fue consultada sobre el rol de los medios de comunicación. Partiendo de que tienen un lugar fundamental, resaltó que fueron importantes para convocar y difundir, pero que también “tienen una responsabilidad ética que asumir en cuanto a las formas en que comunican las noticias”.

“Según cómo se refieran a esa mujer, que ya es víctima, la pueden revictimizar o culpabilizar por su vida privada, por lo que hace o cómo se viste. Ahí hay una línea muy delgada que puede ser peligrosa también para los mensajes subliminales, para la posibilidad de producir contagio, nosotras hablamos más de mímesis; de mensajes que pueden actuar en contra de lo que luchamos”, enfatizó Bidaseca.

Por último, explicó que esa forma de comunicar, mercantilizando el cuerpo, “es lo que las feministas llamamos terrorismo sexual” y está tipificado en la Ley de Violencia de Género como «violencia mediática», haciendo hincapié en la importancia de hacer respetar esa legislación que establece importantes avances en la protección de derechos.

Lucia Banus – @luciabanus y Eugenia Tommasi – @maeutommasi

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