Fútbol argentino

28 junio, 2016

AFA, la verdadera frustración

A las amarguras deportivas se suma el vendaval institucional que atraviesa la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) hace varios meses. El gobierno, la FIFA y la Justicia meten la cuchara en la discusión sobre el futuro del fútbol.

El fútbol local está convulsionado y son múltiples los problemas que ahogan al deporte más popular de la Argentina. A las amarguras deportivas -la dolorosa derrota en la final de la Copa América Bicentenario y el probable alejamiento de Lionel Messi de la Selección Nacional- se suma el vendaval institucional que atraviesa la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) hace varios meses.

Sobre lo netamente deportivo no queda nada por decir. En momentos donde los opinólogos abundan y cualquiera es técnico, jugador o terapeuta, es preferible callar y dejar de ver una fotografía para intentar ver la película completa. Hay que dejar de lado los relatos triunfalistas y el show, y profundizar el debate sobre las verdaderas raíces que generaron la calamidad en el fútbol.

Más allá de los esquemas tácticos y de la elección de jugadores, las dificultades por las que atraviesa el fútbol son principalmente consecuencia de la vida institucional de las entidades deportivas. El verdadero fracaso tiene que ver con la incapacidad en el manejo de las instituciones y, por sobre todas las cosas, con el complejo entramado de corrupción, violencia y negociados.

La AFA transita hace mucho tiempo una crisis de legitimidad y prestigio, acompañada por una pésima administración institucional y financiera. En este marco, muchos oportunistas se quieren adueñar de la gallina de los huevos de oro. Actualmente la gobernabilidad de la AFA está sujeta a la triangulación entre el gobierno nacional, el Poder Judicial y la FIFA.

Desde la Casa Rosada, a través de Fernando Marín, se acorraló financieramente a la Asociación del Fútbol y a las tesorerías de los clubes, tal es así que finalizando el mes de junio no se transfirió un solo peso en concepto de Fútbol para Todos. El gobierno apuesta al desgaste de la AFA y busca abrir de esta manera el juego a los negocios privados y quitarse de encima “una pesada herencia”. Sus principales lobbistas, Daniel Angelici, Marcelo Tinelli y Rodolfo D’Onofrio, se hacen eco promoviendo la Superliga, un formato que permitirá la incorporación de nuevos recursos económicos y será el camino hacia las sociedades anónimas deportivas.

Otro protagonista del fuego cruzado en el que está inmersa la AFA, es la jueza federal María Romilda Servini de Cubría. Tras solicitar a la Inspección General de Justicia (IGJ) la intervención de la casa madre del fútbol, la magistrada dictó el procesamiento de la cúpula de la AFA y de tres jefes de Gabinete de Cristina Fernández: Aníbal Fernández, Jorge Capitanich y Juan Abal Medina.

En un efecto derrame, la intervención de la Justicia en el deporte local provocó la reacción inmediata de la FIFA: los veedores enviados por el presidente Gianni Infantino para diagnosticar la situación de la AFA dictaminaron la conformación de una Comisión Normalizadora. Ante esta resolución, la respuesta de Servini de Cubría no se hizo esperar.

La magistrada consideró la intervención de la FIFA como una clara intromisión a su labor judicial. En este marco, luego de una informal comunicación telefónica con el suizo Infantino, emitió una cédula de notificación convocando a todas las partes intervinientes en el conflicto político-institucional a una audiencia para este jueves a las 15 horas. La intención de la jueza es sumar a la comisión de regularización al ex juez Alberto Piotti, quien se desempeña como veedor en la AFA por la causa que investiga la administración del contrato televisivo de Fútbol para Todos.

La positiva repercusión del primer contacto entre Servini y la FIFA permitió despejar las dudas acerca de la posible desafiliación de la AFA que circuló fuertemente durante el último mes por los pasillos de calle Viamonte.

Mientras el pedido formal de Servini llegaba a la FIFA, los dirigentes del Comité Ejecutivo de la AFA y representantes del Ascenso, se reunieron en las oficinas del presidente de Huracán, Alejandro Nadur, para determinar los pasos a seguir. Luego de varias horas, confirmaron la realización de la Asamblea Extraordinaria para dar los primeros pasos hacia la aprobación de la Superliga.

Pero como en el fútbol todo es vertiginoso, pese a algunos puntos de acuerdo, en la Asamblea que se estaba desarrollando en la tarde del martes en el predio de Ezeiza, se decidió pasar a cuarto intermedio para el próximo 11 de julio.

Cabe recordar que para aprobar la modificación del Estatuto de AFA que habilitaría la concreción del nuevo torneo se necesitará un quórum de 39 directivos y 61 votos positivos entre los 75 representantes. El principal inconveniente para conseguir los votos reside en el acuerdo por el reparto del dinero de los derechos televisivos: los clubes de Ascenso exigen el 20 por ciento, y los grandes no están dispuestos a ceder más del 12.

Queda claro que la discusión central no tiene relación alguna con cuestiones de índole institucional o específicamente deportiva, sino más bien está vinculado a la comercialización del fútbol. Los buitres sobrevuelan y la mira está puesta en los potenciales derechos de TV y el inconmensurable negocio que se generaría a partir de una Superliga (tal como lo auguró meses atrás Javier Tebas, presidente de la Liga Española en su visita a nuestro país). Ni hablar del campo allanado hacia la posible transformación de los clubes en Sociedades Anónimas.

Esto recién empieza y, a días de que se inicien los Juegos Olímpicos en Brasil donde podemos tener nuestra revancha futbolera, el panorama es incierto y las dudas van más allá de lo deportivo. Todavía resulta imposible visualizar el destino político-institucional de la AFA con un triple comando.

Diga lo que digan algunos gurúes y sabios del deporte, el desencanto y sentimiento de frustración que hoy envuelven al mundo fútbol no son deportivos sino institucionales.

Verónica Ibáñez – @veroib24

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