Batalla de Ideas

9 abril, 2017

Palabras para Micaela

Por Noelia Figueroa. Mica, hermosa, vos sabés ya que desde el primer minuto te buscamos, comenzamos a alborotar todos los espacios, virtuales y de los otros, empezamos a preguntarnos, salimos a rastrillar terrenos, a difundir tu foto por todos lados.

Por Noelia Figueroa. Mica, hermosa, vos sabés ya que desde el primer minuto te buscamos, comenzamos a alborotar todos los espacios, virtuales y de los otros, empezamos a preguntarnos, salimos a rastrillar terrenos, a difundir tu foto por todos lados. Quienes tenemos militancias, trabajo y amores en tu provincia, enseguidita comenzamos a ponernos en red, porque en situaciones como la tuya siempre es mucho mejor pecar por exceso y no por defecto. Queríamos hacer todo por saber que estabas bien, sin importar qué estés haciendo o con quién o como. Estamos conectadas, podemos hablarnos entre nosotras, sabemos de qué se tratan las cosas que son verdaderamente importantes.

A medida que pasaban los días, la búsqueda se nos hacía más frustrante, nuestros nervios crecían. Que salgamos, que no salgamos, que dejemos actuar a quienes les correspondía. Todas presas: de los rumores, las falsas pistas, la fruta podrida que el patriarcado siembra, sea de la mano de las instituciones represivas, o en la desinformación del periodismo irresponsable. Es horrible saber que incluso en estas situaciones donde gran parte de la sociedad se hace eco de nuestros gritos de desesperación, la única fuente de noticias para las organizaciones, para amistades y familiares de las víctimas, es lo que se dignan a dejar trascender los mismos que nos matan y nos condenan a no tenerte.

Cuando nos confirmaron la peor noticia, la que incluso sabiendo que era inminente, no querríamos haber escuchado nunca, todo el cielo de otoño se tornó gris y en toda la Argentina, nuevamente el duelo colectivo fue la respuesta que inventamos para que en los abrazos entre nosotras tu ausencia nos lastime un poquito menos.

Mica, vos sabés de qué te hablo: la lucha que damos cada día contra todas las injusticias, nos tiene a las mujeres en un lugar muy difícil. Bancamos cada lucha cotidiana, mientras que la pasamos cada vez peor frente a estos ajustadores, a quienes venden por dos pesos nuestro territorio y nuestra soberanía, mientras nos cagan de hambre.

Sos de una generación de pibas que ve cómo la violencia patriarcal toma formas cada vez más crueles, mientras que nos sentimos a la vez más organizadas y más conscientes que nunca antes. El #NiUnaMenos que nos visibilizó, muestra un movimiento que hace años venimos gestando y alimentando, pero que logró hacerse oír de manera inocultable. Repetimos hasta el hartazgo que nos queremos con vida, pero parece que nunca es suficiente. Porque no volviste viva, porque no pudiste llegar a tu casa, porque tu historia ya no será la que querías escribir.

Y no va a ser suficiente, hasta que no logremos dar vuelta el mundo por completo. No alcanza con ir por un juez, todo el sistema que pretende juzgar o corregir agresiones sexuales está armado por los mismos que desde muy pequeñas nos hacen sentir que no podemos ser libres, ni andar solas. No sirve endurecer penas o pedirle más seguridad a este Estado. Esta cultura de la violación se aprende, se enseña, se transmite, desde nuestra primera infancia y esas instituciones cumplen funciones terroríficas.

Por eso, cuando decimos “Ni una menos” estamos exigiendo otra forma de educación, que atraviese todos los niveles. Estamos reclamando organizar la sociedad de otra forma, para no tener que ser nosotras las que bancamos el cuidado de todas y todos, y gratis. Y obviamente, el lugar del Estado es clave: es su responsabilidad generar las políticas de prevención, asistencia y promoción de derechos que nos permitan vivir otra realidad. El rol de las Universidades también es clave. Hoy estamos pidiendo a abogados y abogadas, jueces y juezas, médicos y médicas, psicólogos y psicólogas, que desechen gran parte de lo que aprendieron y empiecen a hacerse preguntas más básicas, aquellas que podemos contestar nosotras, y no ellos.

Mica, en estos días de tristeza, mientras te despedimos sabiendo que vas a vivir en cada lucha, mientras abrazamos a tu familia y a tus compas de militancia, dejá que también les hablemos un poquito a nuestros compañeros, y a los varones en general. Sabemos que la mayoría de ustedes no son los violadores, ni los que nos golpean. Pero esos están al lado suyo, y ustedes no están haciendo nada para evitarlo. Porque es fácil distanciarse de esos, los burdos, que tampoco son enfermos, sino alumnos demasiado obedientes del patriarcado inscripto en sus cuerpos. Pero estamos en otro momento.

Esta es una guerra contra nosotras, contra las mujeres, contra las identidades disidentes: así como pasó hace siglos, el sistema necesita volvernos a las casillas, docilizarnos, replegarnos. Quieren hacernos volver al silencio, al ámbito doméstico, a donde nadie nos vea, donde nadie se dé cuenta de lo poderosas y fuertes que somos. En esta guerra, no podemos detenernos en detalles: el problema no pueden ser nuestras pintadas, las palabras que usamos, si nos quedamos en tetas o no.

El problema es que el machismo se lleva una de nosotras cada 18 horas. El problema es que las agresiones sexuales y los femicidios se repiten de manera sistemática, cruel, imparable. Y para combatir eso, debemos destruir al patriarcado.

Los necesitamos. Compañeros, aliados, varones sensibles, no hay concesiones posibles hoy: necesitamos que revisen su manera de pensar en nosotras, los chistes que se hacen entre ustedes, la idea de propiedad sobre nuestros cuerpos. Les exigimos que salgan de su comodidad, que rompan las complicidades, que no tengan miedo de exponerse, de cortarle el mambo al machito que tienen al lado o adentro. Que nos den señales muy claras de la posición que asumen en esta guerra. Si Mica les conmovió hasta lo más profundo como a nosotras, necesitamos que se muevan de donde están.

Mica, no hay mucho más que podamos decirte, pero no porque estemos mudas, sino porque ya te lo estamos diciendo con tantos colores, con el sonido de voces, con toda la bronca, con miedo, que también lo tenemos. Pero es importante que sepas que aunque la lucha por tenerte viva es un camino que está hecho de muchas historias, esas trayectorias singulares, la de todas, están atravesadas por el horror que tuviste, por la desesperación que seguro te asaltó. Por todo lo que en algún momento nos marcó.

Pero vos no te preocupes, porque no van a ganarnos, no van a aquietarnos. Tu vida está segura, en todas las movilizaciones que hicimos y haremos. En las lágrimas de tus compañeras, que como Evita y en su nombre, dejan todos los días, como nosotras, el cuerpo emocionado por armar futuros mejores. Estás segura en este abrazo colectivo, que se anima a proyectar comunidad, a imaginar lazos que no dejen lugar a la violencia, y que hagan estallar todo a fuerza de deseo, organización precisa, osadía colectiva y amor.

@Noelia_Figueroa

Foto: Bárbara Leiva

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