Fútbol

2 abril, 2014

Este 2 de abril nos van a tener que disculpar

Reproducimos a continuación el cuento del historiador y escritor Eduardo Sacheri titulado «Me van a tener que disculpar», relatado por el periodista Alejandro Apo. En el marco de esta fecha, donde se recuerda el aniversario del inicio de la Guerra de Malvinas, optamos por pedirles disculpas porque preferimos un relato que habla del partido entre Argentina e Inglaterra durante el Mundial de México 86… porque… es mejor que lo explique Sacheri

Reproducimos a continuación el cuento del historiador y escritor Eduardo Sacheri titulado «Me van a tener que disculpar», relatado por el periodista Alejandro Apo. En el marco de esta fecha, donde se recuerda el aniversario del inicio de la Guerra de Malvinas, optamos por pedirles disculpas porque preferimos un relato que habla del partido entre Argentina e Inglaterra durante el Mundial de México 86… porque… es mejor que lo explique Sacheri:

 

«No es un partido. Mejor dicho: no es sólo un partido. Hay algo más. Hay mucha rabia, y mucho dolor, y mucha frustración acumulada en todos esos tipos que miran la tele. Son emociones que no nacieron por el fútbol. Nacieron en otro lado. En un sitio mucho más terrible, mucho más hostil, mucho más irrevocable. Pero a nosotros, a los de acá, no nos cabe otra que contestar en una cancha, porque no tenemos otro sitio, porque somos pocos, estamos solos, porque somos pobres. Pero ahí está la cancha, el fútbol, y son ellos o nosotros. Y si somos nosotros el dolor no va a desaparecer, ni la humillación ha de terminarse. Pero si son ellos. Ay, si son ellos. Si son ellos la humillación va a ser todavía más grande, más dolorosa, más intolerable. Vamos a tener que quedarnos mirándonos las caras, diciéndonos en silencio “te das cuenta, ni siquiera aquí, ni siquiera esto se nos dio a nosotros”. Así que están ahí los tipos. Los once tuyos y los once de ellos. Es fútbol, pero es mucho más que fútbol. Porque cuatro años es muy poco tiempo como para que te amaine el dolor y se te apacigüe la rabia. Por eso no es sólo fútbol».

(…) «Porque el afano estaba bien, pero era poco. Porque el afano de ellos era demasiado grande. Así que faltaba humillarlos por las buenas. Inmortalizarlos para cada ocasión en que ese gol volviese a verse una vez y otra vez y para siempre en cada rincón del mundo. Ellos volviendo a verse una y mil veces hasta el cansancio en las repeticiones incrédulas. Ellos pasmados, ellos llegando tarde al cruce, ellos viéndolo todo desde el piso, ellos hundiéndose definitivamente en la derrota, en la derrota pequeña y futbolera y absoluta y eterna e inolvidable».

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