10 julio, 2014
El camaleón que muta para ganar
Cuando uno piensa en Holanda a nivel futbolístico inmediatamente surgen dos cosas: propuestas de buen juego y frustraciones a la hora de la conquista máxima.

Cuando uno piensa en Holanda a nivel futbolístico inmediatamente surgen dos cosas: propuestas de buen juego y frustraciones a la hora de la conquista máxima.
La famosa «Naranja Mecánica» de los 70 de la mano de Rinus Michel en el banco y Johan Cruff como mejor intérprete en el campo, el tridente Gullit-Rijkaard-Van Basten que logró la Eurocopa 88, el Ajax de los 90 o la influencia revolucionaria de un estilo en el Barcelona a principios de esa misma década, con perdurabilidad hasta hoy. Pero también, y a veces como un correlato paradójico, su falta de consagraciones en la élite: 3 subcampeonatos y varios equipos que llegaron con el mote de favoritos en diversas ediciones de la Copa del Mundo (por ejemplo, en 1998 cuando nos eliminaron en cuartos de final y luego cayeron en semis por penales ante Brasil) que no alcanzaron la meta, su propio Rubicón.
Sin embargo, la Holanda que en un par de horas enfrentará a la Argentina en busca del segundo finalista de Brasil 2014 tiene poco que ver con esas selecciones de buen pie e iniciativa permanente, más allá de la categoría de varios de sus jugadores. Ya un esbozo de la Nueva Naranja se había visto hace 4 años en Sudáfrica, donde la frustración del segundo puesto los alcanzó una vez más pero sin esa sensación de “somos los mejores pero nunca podemos demostrarlo con el título”. No eran los mejores en el juego, ni tampoco lo fueron en el resultado.
Con Louis Van Gaal en el banco, el eclecticismo es la norma y en la adaptabilidad de tácticas está el secreto de sus avances en esta Copa. Partiendo de un 5-3-2, -el nuevo esquema que consagró este Mundial- en la estrepitosa goleada que le propinó a España y que, bajo el clásico impresionismo periodístico, auguró el regreso de la vieja propuesta, sobrevinieron varios cambios en los subsiguientes partidos, mucho más sufridos en el desenlace.
Si Demichelis dijo que hay que rasparlo a Robben porque no le gusta el roce, hay que señalar que esta Holanda también está acostumbrada a raspar. Nigel De Jong, a quien todos recuerdan por su terrible planchazo a Xabi Alonso en la final de Sudáfrica, es uno de los puntales de este equipo no sólo por su vehemencia a la hora de la marca, sino por su capacidad de corte y distribución. Es nuestro Mascherano y será de la partida esta tarde luego de su lesión ante Chile.
No es un equipo defensivo, pero todos defienden. El caso de Kuyt es el más paradigmático. Un jugador acostumbrado a pensar en el arco de enfrente ha cumplido funciones de lateral izquierdo y lo ha hecho con criterio, aunque perdiendo todo su potencial adelante. Van Gaal en ese sentido es capaz de convencer a cualquiera de lo que puede hacer. Tiene buen recambio y lo ha utilizado con una capacidad de acierto que hasta el tipo que le va bien en el Casino lo envidiaría. Pero claro, el hombre que después del Mundial dirigirá al Manchester United no juega a la ruleta y sabe lo que hace.
Fer y Depay entraron desde el banco y anotaron los goles de la victoria ante Chile. El segundo ya había sido clave en el duelo ante Australia. Tiempo muerto por el calor ante México que lo dejaba afuera y adentro Huntelaar que anotaría el penal agónico ante los aztecas. Ni hablar de lo acontecido contra la humilde Costa Rica con el ingreso, a un minuto de finalizar el suplementario, del arquero Tim Krul para que ponga manos a la obra y ataje los penales de la serie que se venía.
Defensa, cambios tácticos, el corazón de De Jong, la adaptabilidad de todos, la cabeza de Van Gaal. Una estructura hasta ahí sin talento desequilibrante. Hasta que llegamos a Arjen Robben. Quizás el jugador más odiado de esta Copa por sus fingidas caídas y porque efectivamente da la sensación de ser un tipo insoportable. Pero es un verdadero crack, con una velocidad indescifrable y una voracidad por el triunfo hasta en el minuto 120.
Como nuestro Angelito, corre sin parar y parecería tener más de dos pulmones. Como nuestro Lionel, es el que desnivela, es la cuota distintiva de un equipo inteligente al que no le sobra nada. De a poco se fue sacando las venas que tenía: erró goles claves en la definición de la Champions 2012 ante el Chelsea, pero se redimió un año después rompiéndola toda ante el Barsa en la semifinal y luego anotando contra el Borussia Dortmund en la instancia decisiva; todavía recuerda las atajadas de Casillas en Sudáfrica, pero pudo disfrutar – venganza menor de todos modos – el doblete de hace menos de un mes.
Es la carta más importante que presenta el conjunto holandés. Muy por encima de Van Persie, un goleador implacable que fue de mayor a menor y que hoy es duda para estar entre los 11 (¿o Van Gaal nos estará engañando hasta última hora?). O de Sneijder, a años luz de su buen nivel hace 4 años.
Argentina no tiene que temer de Holanda, pero por supuesto debe tomar los recaudos necesarios en algunos sectores del campo de juego. Como alguna vez señaló Lionel Messi, hay que pensar más en lo propio, cómo potenciar virtudes y reducir defectos, que en lo ajeno. La inteligencia táctica con la que se jugó contra Bélgica es un modelo a seguir, aunque también es posible pensar que hay que buscar los puntos débiles de Holanda que no pasará sólo por neutralizarlo sino por atacar a una defensa que es lo más flojo que tiene. El que sea más pillo, el que se adapte mejor a las circunstancias del partido, seguramente estará en 4 días en el Maracaná. Esperemos teñir de celeste y blanco el cielo de Río.
Sebastián Tafuro – @tafurel
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