Cultura

13 noviembre, 2014

Juguetes para olvidar

Boyhood, la última gran pieza de Richard Linklater, termina de definir como pocas la coherencia de un estilo en la obra de un director. El paso del tiempo, los sinsabores de amores efímeros y los desfasajes generacionales en una película filmada a lo largo de 12 años.

Una caja de zapatillas enterrada en el patio de casa. Una botella tirada al río. Una carta arrinconada en el fondo del placard. Hay muchas formas de inventarse una cápsula del tiempo que, al encontrarla, nos lleve a lugares que habíamos pensado olvidados. Richard Linklater, a lo largo de su carrera, encontró una forma igual de eficaz como poderosa: el cine. A partir de historias en las que el paso del tiempo es un factor fundamental, el director texano logró crear un sello de autor pocas veces visto.

Mason Jr. mira el cielo. Esa pantalla azul que envuelve el planeta se vio inalterada por miles de millones de años y posiblemente se mantenga así mucho tiempo más. Casi burlándose, admira a este pequeño que tantas transformaciones sufrirá durante las tres horas que siguen a esa toma inicial. Lo que le espera luego de levantarse es el primer día del resto. Su madre (Patricia Arquette) le informa a él y a su hermana su inminente mudanza a Houston. Y luego, la vida.

Lo importante de Boyhood es entender que la estructura narrativa clásica nada tiene que hacer en un proyecto de tal magnitud. No hay un malo, no hay un conflicto, no hay incomodidades. Comprender esto es admirar la coherencia de Linklater en su recorrido como director. En la trilogía de Antes del amanecer/atardecer/anochecer supimos ser pacientes con los jóvenes Jesse y Céline en sus largas charlas captadas por sutiles planos secuencia. Lo mismo debemos hacer durante el relato de la vida de Mason: ser testigos. Admirar cómo enfrenta figuras paternales suplentes, cómo se involucra con la reaparición de su padre biológico y la forma en la que se lleva con su precoz hermana. En Boyhood la tarea del espectador es resignificar. Adoptar la historia y entenderla como un signo de época: canciones, hechos históricos y referencias culturales dan la pauta de que Linklater intenta capturar la esencia de estos 12 años.

Es válido preguntarse también qué trae aparejado llevar a cabo una proeza como esta. Tomarse el trabajo de contar cada etapa de la vida de una persona rompiendo una estructura clásica conlleva varios sacrificios. ¿Puede Mason mantenerse tan apacible ante los cambios que se ve obligado a afrontar tras la continua necesidad de su madre de atarse a hombres conflictivos?¿Cuántos padres progres (la escena en la que los dos hermanitos se encuentran militando la primer campaña de Obama es memorable) rompen la línea de paternidad para formar una verdadera amistad con su hijo como el interpretado por Ethan Hawke sin ninguna consecuencia? ¿Puede una niña norteamericana que itinera por todo el sur tejano dejando atrás amigos y novios salir indemne de los cambios de la adolescencia? Quizá el personaje que mejor salga parado de esta historia políticamente correcta para los políticamente incorrectos sea el de Patricia Arquette, esa madre que lo último que se atreve a decir es que debería haber aprovechado mejor su vida. Sin embargo, lo que sería un defecto en cualquier película, Linklater lo convierte en virtud. Lo más impresionante de la memoria es justamente eso, ser selectiva. La historia, a través de esta sucesión de hechos, elige qué contar. Quizá días después Mason le reprocha a su padre haber vendido ese increíble Pointer GTO para comprar una horrible camioneta familiar. Tal vez su hermana haya vomitado en un baño después de comer una torta de chocolate. No lo sabremos. Boyhood eligió contarnos todo lo demás. La memoria, sobre todo en lo que de nostalgia se trata, ejerce diferentes elipsis. Al igual que las películas.

La crítica alrededor del mundo ya colocó la película como un quiebre en la historia del cine, sobre todo por los 45 días de rodaje repartidos a lo largo de 12 años y lo que ello implica. Nosotros, al igual que Linklater, optaremos por seleccionar qué contar y elegiremos, por esta vez, mantenerla como un hermoso recuerdo de los mejores sucesos que nos dejó el año.

 

Ivan Soler – @vansoler

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas