Medio Oriente

26 enero, 2015

Niebla de guerra en Yemen

El martes 20 de enero, la insurgencia chiita en Yemen, representada por el movimiento Houthi, declaró la victoria sobre las fuerzas gubernamentales tras ocupar el palacio presidencial. El presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi ha decidido renunciar junto con todo su gabinete, tras encontrarse incapaz de llenar el vacío político que ha fragmentado al país.

El pasado martes 20 de enero, la insurgencia chiita en Yemen, representada por el movimiento Houthi, declaró la victoria sobre las fuerzas gubernamentales tras ocupar el palacio presidencial, luego de choques que se prolongaron durante meses por el control de la ciudad capital de Sana’a. El presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi ha decidido renunciar junto con todo su gabinete de ministros, tras encontrarse incapaz de llenar el vacío político que ha fragmentado al país.

Después de que repetidos intentos por establecer una mesa de diálogo y reconciliación nacional, que pudiera reunir a las distintas facciones enfrentadas, resultasen infructuosos, la posibilidad de una solución política al conflicto se encuentra en suspenso. Resta confirmar si será el vocero parlamentario el que asuma la autoridad de un gobierno de transición.

Fundado en 1990, a partir del acuerdo de unificación entre la República de Yemen del Norte y la República Democrática Popular de Yemen del Sur, el país se ha caracterizado por la gran concentración de poder, la corrupción de sus autoridades centrales, enormes índices de desigualdad social y el creciente desajuste en el desarrollo de sus diferentes provincias. Esto ha hecho del territorio un caldo de cultivo para el surgimiento de grupos insurreccionales de los más diversos signos políticos.

Arrastrado por la oleada de levantamientos que vivió la región entre 2011 y 2012 (la llamada «primavera árabe»), Yemen vivió su propio proceso de luchas políticas que llevaron a la renuncia del presidente Alí Abdullah Saleh, quien gobernó el país desde su creación, siendo anteriormente presidente de Yemen del Norte desde 1978.

El proceso electoral abierto a mediados de febrero de 2012 dio como sucesor al frente del gobierno a su vicepresidente, el ahora saliente Hadi. Cabe mencionar que las elecciones contaron con Hadi como único candidato.

Simultáneamente, el conflicto político ha sido enmarcado por los analistas dentro de la larga disputa por el liderazgo regional entre los principales actores de peso, Irán y Arabia Saudita, donde uno y otro se encuentran apoyando a cada bando enfrentado. Pese a la ausencia de evidencia fehaciente, Irán ha sido en repetidas ocasiones señalado como el principal apoyo de la insurgencia Houthi, dado la afinidad ideológica existente entre este movimiento con los principios de la Revolución Islámica iraní, la cual ha servido de inspiración para distintas fuerzas políticas en todo el Medio Oriente.

La monarquía saudí, por su parte, ve con temor el fortalecimiento de este movimiento al sur de su frontera, ante la posibilidad de que inspire a sus propios ciudadanos chiitas que habitan la provincia oriental del reino a seguir su ejemplo.

Fundado a mediados de los años 90, el movimiento Houthi surgió para denunciar la situación de exclusión y discriminación institucional padecida por la comunidad chiita yemení, llamando a su vez a promover una “renovación” espiritual en la sociedad. Su nombre remite al de su fundador, Hussein Badredin Al-Houthi, muerto a manos del ejército en una operación militar a mediados de 2004. Fue este hecho el que empujó al movimiento a radicalizar crecientemente su discurso, signado por un fuerte sentimiento anti-estadounidense y anti-israelí, para pasar finalmente de la resistencia no violenta a la lucha armada.

En simultáneo, un movimiento secesionista se hace fuerte en el sur, con peso en la estratégica ciudad portuaria de Adén, denunciando las desigualdades en la distribución del producto del país entre sus diferentes provincias. Este movimiento busca derogar el acuerdo de unificación entre el Sur y el Norte, el cual ven, solo ha profundizado la crisis social en el antiguo Yemen del Sur.

yemendronesFinalmente, debe sumarse la persistencia de las actividades de la rama de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP, por sus siglas en inglés), junto con sus aliados locales, los islamistas radicales de Ansar Al Sharía. Sacando provecho de la inestabilidad política, el grupo se ha hecho fuerte en el Este del país, convirtiendo varias localidades en bastiones para el reclutamiento de combatientes.

Enfrentado por igual ante el gobierno, los rebeldes houthies y milicias tribales del interior del país, el grupo se ha caracterizado por la realización de sangrientos atentados contra mercados, mezquitas y otros espacios públicos.

A pesar de carecer de los abundantes recursos petroleros de sus vecinos, Yemen, país dominado por el desierto, que cuenta con cerca de 24 millones de habitantes, tiene un importante valor estratégico para los intereses comerciales y políticos de las potencias regionales como internacionales. Su ubicación sobre la costa sur de la Península Arábiga le confiere una importancia central, al situarlo como la puerta de entrada al Mar Rojo, que conecta las rutas comerciales del Sur de Asia con la región del Mar Mediterráneo.

Esta suma de factores han hecho del país el escenario de una guerra no declarada, librada por los EEUU desde el año 2002, cuando comenzó el primer despliegue de fuerzas especiales en el país, en el marco de la “guerra global contra el terror” promovida por Washington.

Desde la asunción de Barack Obama, el Pentágono ha hecho de Yemen uno de sus campos de pruebas para el uso de aviones no tripulados (UAV, en inglés), mejor conocidos como drones. Esta táctica ha sido uno de los caballos de batalla implementados por la Admnistración Obama, como una alternativa menos costosa política y económicamente al uso de grandes contingentes de tropas en el terreno. Desde 2012 se han producido 117 ataques de aviones no tripulados en el país, conducidos por la CIA. Su efectividad es puesta en entredicho por los expertos, dado el costo en vidas civiles, que presumiblemente lleva a reforzar el discurso de las organizaciones radicales.

 

Julián Aguirre – @julianlomje

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