Medio Oriente

1 junio, 2015

A un año de la creación del Califato del Estado Islámico

El 29 de junio se cumplirá un año de la creación del Califato por parte de la agrupación islamista que actualmente controla la mitad de los territorios de Siria e Irak, Estado Islámico (anteriormente llamada EIIL o Estado Islámico de Irak y el Levante).

El 29 de junio se cumplirá un año de la creación del Califato por parte de la agrupación islamista que actualmente controla la mitad de los territorios de Siria e Irak, Estado Islámico (anteriormente llamada EIIL o Estado Islámico de Irak y el Levante).

Este movimiento islámico insurgente, catalogado por la mayoría de los Estados como terrorista, es un desprendimiento de Al Qaeda en Irak (AQI), y su líder, Abu Bark Al-Baghdadi, es hoy uno de los más influyentes islamistas luego del asesinato de Osama Bin Laden. El Califato, nombre con el que se denomina a un Estado islámico regido por la ley religiosa o Sharia, fue un reclamo de la mayoría de los militantes del EI a su líder, al que le exigían su declaración de manera urgente, en pos de la construcción de los objetivos de la organización.

El EI, de mayoría sunnita, controla actualmente la ciudad de Raqqah, que funciona como la capital del Califato, y numerosas ciudades de gran importancia como Mosul, Tikrit, Ramadi, Fallujah y Samarra. Asimismo, posee un sistema jurídico y administrativo a través de Cortes Islámicas, a partir de las cuales organiza los territorios que va conquistando, implementando un orden en zonas antes envueltas en el más absoluto caos.

El crecimiento del EI está siendo combatido por una coalición encabezada por EEUU que viene realizando bombardeos en las zonas controladas por los insurgentes, sin grandes posibilidades hasta el momento de poder debilitarlos debido, sobre todo, al apoyo con el que muchas veces cuentan por parte de la población local, que al sufrir políticas de discriminación sectaria por parte de los gobiernos centrales, ve con buenos ojos el avance de este tipo de grupos de carácter islamista.

Historia

El EI se hizo conocido a partir de la creación del Califato, que ocupa gran parte del territorio sirio e iraquí, y por los numerosos hechos espectaculares de violencia, que registran y comunican mediante sus cuentas de Twitter y Youtube. Los mismos incluyen matanzas, secuestros, decapitaciones y demás actos de violencia física y simbólica, todas ellos documentados y utilizados como medio de propaganda de la agrupación.

El control de territorio por parte del EI representa un desafío directo a la soberanía territorial de los Estados de Siria e Irak, que actualmente no controlan sus fronteras. Particularmente, Siria se encuentra sumida en una guerra civil de ya casi cuatro años de duración, donde numerosos sectores opositores intentan derrocar al presidente Bashar Al-Assad, del clan alawita, el cual se encuentra sostenido principalmente por las potencias regionales de Rusia e Irán, que respaldan su gobierno y al cual se oponen las Monarquías del Golfo árabe-pérsico, acusadas de financiar a las diferentes milicias opositoras.

Luego de la invasión a Irak por parte de EEUU en 2003 y la caída en desgracia de Saddam Hussein, de origen sunnita, los sectores shiítas -mayoritarios en el país- tomaron el control del gobierno iraquí por primera vez en la historia de esa nación. Esto generó una espiral de violencia sectaria que dejó a Irak al borde de la guerra civil durante los años 2006 y 2007, donde perdieron la vida cientos de miles de iraquíes y generó la discriminación y exclusión de la población sunnita de la provincia de Anbar, donde se desarrolló el EI como principal movimiento islámico opositor. En las cárceles estadounidenses, los militantes opositores fueron tejiendo redes de las cuales surgieron los actuales líderes de la agrupación.

Otro de los factores que propiciaron la conformación del EI es el actual contexto de caos y desolación en el vecino país, Siria, siendo el escenario ideal para que numerosos grupos de las características del EI florezcan y puedan fortalecerse, por medio del acopio de armas y adherentes, que ante la completa desaparición del Estado en sus vidas se suman a este tipo de alternativas de organización social.

Recursos y militantes

El EI aprovecha las divisiones sectarias y tensiones que existen al interior de Siria e Irak, para crecer y consolidarse como una de las principales agrupaciones islamistas que hoy por hoy existen en toda la región de Medio Oriente. Se estima que el número de sus milicianos asciende actualmente a 30 mil combatientes, según datos de la Agencia de Inteligencia norteamericana (CIA), pero no está claro con qué fuerzas tanto materiales como de recursos humanos cuenta realmente la agrupación. Según las fuerzas de seguridad kurdas, los Peshmerga, el EI contaría con alrededor de 200 mil soldados, muchos de ellos de origen extranjero. Otros cálculos oscilan entre los 50 mil y 70 mil miembros.

Con respecto a su financiamiento, el EI cuenta con recursos propios que muy pocas organizaciones de este tipo pueden utilizar. Al controlar territorio directamente, poseen una estructura que les permite cobrar impuestos, entre otras formas de recaudación, muchas veces más violentas. A su vez, cuentan con la producción de los campos petroleros de Deir Ez-Zor, al sur de Siria, lo que les genera copiosas ganancias por la venta de crudo en el mercado negro.

Numerosas acusaciones fueron realizadas a las Monarquías petroleras del Golfo árabe-pérsico, las cuales se sospecha que financian a estas organizaciones, incluida el EI, por medio de donantes individuales, sobre todo provenientes de Arabia Saudita, que tiene gran interés en derrocar a su enemigo Assad en Siria y que enfrenta a Irán en una silenciosa guerra fría intrarregional.

Desafíos

Es impredecible cuál será el futuro de la agrupación islamista o cuáles serán los próximos pasos que tomará. Por el momento, el EI se encuentra ganando posiciones y consolidando su liderazgo y control en los territorios que tiene bajo su dominio, conformándose como un verdadero Estado con el monopolio de la violencia a su interior.

La mera existencia de este Estado dentro de otros dos da cuenta de un enorme desafío para ambos gobiernos, que se enfrentan a un posible desmembramiento de sus fronteras tal como se conocen hasta el momento, y para toda la comunidad internacional, dado que de suceder esta fragmentación cambiará por completo el mapa de Medio Oriente en entidades conformadas bajo el eje de la procedencia sectaria de sus habitantes, entre sunnitas y shiítas, las dos ramas mayoritarias del Islam.

Ana Schinder

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