14 septiembre, 2015
¿Quién dijo que todo está perdido?
Hace tan solo unos años parecía que el básquet argentino entraba en decadencia. El fin de la «Generación Dorada», la falta de recambio y la crisis institucional en la federación local auguraban un futuro oscuro. Sin embargo de la mano de Scola y Nocioni y con una nueva camada de jugadores se logró una inesperada clasificación en el perolímpico de México.

Un triple de Alexey Shved (ningún argentino amante del básquet se va a olvidar de su nombre) decretaba el final del partido por la medalla de bronce entre Rusia y Argentina en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Era victoria del equipo europeo por 81 a 77 que les daba la presea a ellos y marcaba el final de una de las generaciones más ganadores del deporte argentino.
Antes de que empiece aquel torneo se sabía que -probablemente- iba a ser el último juntos de Emanuel Ginóbili, Luis Scola, Andrés Nocioni y compañía. Intentaron cerrar su ciclo de la mejor manera, pero no pudieron.
Parecía el final de todo, no estaba más la Generación Dorada y preocupaba la falta de recambio. Como si eso fuera poco, dos años después llegó una crisis institucional: deudas, desapariciones de dirigentes nefastos (¿dónde estarán?) que no acompañaron a esa brillante camada de jugadores con sus decisiones.
Se puso en duda la participación en el Mundial de España 2014, pero otra vez “ellos” pusieron la cara, intentaron limpiar todo lo malo que estaba pasando y jugaron un nuevo campeonato del mundo en el que recibieron uno de los golpes más duros en cuanto a lo deportivo: derrota categórica contra Brasil en cuartos de final.
Si, definitivamente fue el fin de una era, ya nada será igual. A pesar de que las cosas cambiaron en la Confederación y que el técnico es Sergio Hernández ya nada va a ser como antes. Puede seguir Luis Scola o Andrés Nocioni, pero tienen 35 años cada uno, ¿Cuánto pueden aportar a esa edad?
Con una camada de jugadores sin experiencia en la selección y otros con solo un puñado de partidos con la celeste y blanca, el objetivo en el FIBA Américas México 2015 podría ser llegar al repechaje olímpico, porque con Canadá y México en el nivel que estaban era casi utópico ocupar una de las dos plazas olímpicas que entregaba este torneo.
Se olvidaron de un detalle, llegó el recambio generacional, ya no están Ginóbili, Oberto y compañía, pero sigue siendo Argentina. Para sorpresa de todos, “El Alma” como se hacen llamar ahora (y que bien les queda ese nombre) comenzó el preolímpico con siete victorias seguidas (incluida una a Canadá que tenía nueve jugadores NBA) y llegó a la semifinal con una sola derrota.
Desde que se dio a conocer el fixture de este torneo se sabía que el 11 de septiembre era el día más importante, ganabas y conseguías clasificar a Río de Janeiro 2016, perdías y prácticamente te quedabas sin nada. Primer objetivo cumplido para la selección argentina: clasificar a semifinales y evitar a Canadá. No todas eran buenas noticias, enfrente estaba México el único equipo que le había ganado en todo el torneo, el último campeón del FIBA Américas y quien jugaba de local con más de 20 mil personas.
Ese día, una de las mejores selecciones del deporte argentino, escribió un nuevo capítulo a ese libro llenos de historias: victoria ante uno de los grandes candidatos por 78 a 70 y clasificación al cuarto juego olímpico consecutivo. Si, aquello que parecía utópico ocurrió. El básquet lo hizo una vez más.
¿Cómo fue que pasó? La generación dorada no está más, pero dejó un legado, una construcción, una forma de representar la camiseta albiceleste, una filosofía deportiva que los nuevos jugadores entendieron a la perfección. No fue tan difícil, con Sergio Hernández sentado en el banco es más fácil hacerle llegar ese mensaje: un técnico con la palabra justa que parece entenderlo todo.
A pesar de la edad, el aporte de Scola y Nocioni fue clave, otra vez. El gran capitán argentino fue el goleador del torneo, elegido el mejor jugador y se convirtió en el máximo anotador del FIBA Américas. Un líder, con todas las letras.
El “Chapu” venía de ganar todo en el Real Madrid y de ser elegido el jugador más valioso de la última Euroliga, pero su hambre de gloria es insaciable. “Por esto vengo, es una cosa que me encanta”, declaró después de la clasificación. Cuatro torneos europeos en un año, pero ganar con la selección no lo cambia por nada.
Ambos jugaron, con 35 años, los 40 minutos del partido más importante del torneo y luego de haber jugado nueve partidos en 11 días. Su forma de ser lideres es transmitiendo desde el ejemplo, contagiando una energía que nadie sabe de dónde la sacan porque parecen derrotar al paso del tiempo.
Argentina perdió la final con Venezuela -párrafo aparte para la selección vinotinto dirigida por el argentino Néstor Che García que fue la gran sorpresa del torneo- pero este equipo dejó en claro algo: el básquet argentino puede que no sea más una generación dorada, pero sigue estando en la elite mundial.
Juan Cruz Carrasco – @juanccarrasco6
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