Ciudad Oculta recordó a Ezequiel Demonty, a 14 años de su asesinato

El 14 de septiembre del 2002, Ezequiel Demonty caminaba junto a dos amigos por su barrio, Bajo Flores. La Policía Federal merodeaba la zona. Era de madrugada cuando nueve efectivos frenaron a los pibes, les sacaron los pocos centavos que tenían, subieron a cada uno a un patrullero y frenaron en el Riachuelo. Allí los torturaron, les hicieron un simulacro de muerte y los obligaron a tirarse al río. Eze, como lo llama su familia, fue arrojado inconsciente y se hundió tres kilómetros en las profundidades del agua. A 14 años del horror, familiares y amigos lo homenajearon bajo la bandera de “ni un pibe menos”.

El escenario con la bandera de Ezequiel Demonty se instaló en la calle Piedra Buena, en el corazón de Ciudad Oculta, frente al gigante Elefante Blanco. Como cada año, Dolores Sigampa, la madre de Ezequiel, se pasó las manos por debajo de los párpados, se secó las lágrimas y con la voz en alto gritó el nombre de su hijo y relató en una crónica corta y contundente el asesinato.

“Ezequiel no fue el único que sufrió la violencia institucional, Eze estaba con sus dos amigos, Claudio e Ismael”, dijo Dolores, Dolly para los amigos, familiares y compañeras de lucha. “Ezequiel merecía vivir”, sigue repitiendo en cada oportunidad.

El tablado se colmó de personalidades, legisladores, militantes y las incansables Madres que perdieron a sus hijos e hijas por la violencia policial y el gatillo fácil. Al recuerdo se sumaron bandas musicales, en un homenaje que muchos creen que a Ezequiel le hubiera gustado. “Era músico, le encantaba”, recuerda su hermano, que ahora se convirtió en referente barrial, Leonardo Demonty.

“Tengo ocho hijos, creanmé que siento lo mismo que ustedes”, dijo con la voz cortada, Daniel Lezcano, cantante de Flor de Piedra, mientras señalaba a Dolly y al resto de las madres que la acompañaban. Los aplausos estallaron desde abajo, entonces los músicos aumentaron el volumen del sonido y el homenaje continuó. El tecladista, el baterista y el guitarrista hicieron varias pausas cuando tocaban una de sus letras, y Lescano insistía: “No nos gusta tener que cantar esto, pero…”, y el estribillo de “Vos sos un botón”, se repetía varias veces a ese ritmo.

Este segundo homenaje del mes recordó que el 14 de septiembre del 2002 Ezequiel volvía de un boliche con sus dos amigos -sobrevivientes-, que caminaban por el Bajo Flores y que los pibes pretendían llegar a sus casa después de disfrutar de una noche de boliche.

También que nueve prefectos les interrumpieron el paso, que los robaron, los torturaron, los tiraron al Riachuelo. Que a Ezequiel lo tiraron inconsciente y que lo apuntaban con un arma mientras se ahogaba.

Se recordó que el cuerpo fue encontrado el 21 de septiembre, que Ezequiel tenía 19 años, que era músico, que tenía una familia esperando su regreso, una novia y un hijo en camino que no conoció.

Pero también se recordó que se “hizo justicia” y que todos los policías fueron condenados, que los nueve quedaron reducidos a un banquillo de acusados y posteriormente  inhabilitados para ejercer cualquier función pública. En cambio, la cara de Ezequiel, ahora, está pintada y dibujada en distintos rincones del barrio, hay remeras con su sonrisa y gritos que en su nombre dicen “Ni un pibe Menos” y “Ezequiel presente, ahora y siempre”.

Erika Silva – @ErikaSil_va, periodista de El Ojo Noticias.

Fotos: Pablo Molinari