Fútbol argentino

14 febrero, 2017

El Sudamericano Sub 20 dejó mucho por ajustar

La selección sub 20 clasificó el sábado al mundial de Corea del Sur al ganarle a Venezuela por 2 a 0 con goles de Lautaro Martínez y beneficiarse del empate entre Colombia y Brasil, que dejo a los verdeamarelos afuera. La tabla dijo que estamos adentro, pero el rendimiento no.

La selección sub 20 clasificó el sábado al mundial de Corea del Sur al ganarle a Venezuela por 2 a 0 con goles de Lautaro Martínez y beneficiarse del empate entre Colombia y Brasil, que dejo a los verdeamarelos afuera. La tabla dijo que estamos adentro, pero el rendimiento no.

Si hay algo que no se puede negar es que los pibes pusieron todo de sí, lucharon hasta el final y no se rindieron a pesar de las dificultades que se presentaron. Porque tanto en el interior del plantel como en lo exterior (dirigentes en primer lugar), la desorganización y el nerviosismo reinaron en el Sudamericano (hasta el profe Salorio se mostró desconcertado).

En primer lugar, es inevitable no caer en la llegada a dedo de Úbeda a la dirección técnica de este juvenil. La elección con 44 proyectos a la espera nunca se realizó conforme a lo esperado. Los pibes, que no tenían técnico fijo desde que no le renovaron a Humberto Grondona, empezaron a trabajar a fines de octubre con Úbeda, quien no presentó proyecto y no tenía experiencia con juveniles.

En segundo lugar, la imposibilidad de convocar a varios chicos (Senesi, capitán de esta camada no estuvo, a Ponce no lo dejaron venir). El técnico tuvo que armar un plantel con todos jugadores del medio local, dejando en evidencia su desconocimiento en la materia.

En tercer lugar, los cambios de nombre y de esquema que variaron durante todo el certamen no le dieron seguridad a los pibes. Las posiciones cambiadas y los delanteros retrasados más de una vez quebraron el equipo, sin tener el retroceso necesario para no sufrir en ataque.

En el primer partido de la fase inicial el técnico ex Racing dispuso un equipo equilibrado con un 4-2-3-1 que podía variar en 4-4-1-1, con Barco enganchando. Al siguiente partido, rompió el sistema incorporando a Conechny en el segundo tiempo. Se transformó lentamente en un 4-2-4 con volantes/delanteros que generaban mucho y volvían poco.

Pasó la fase de grupo siendo superior a los demás equipos, pero cometió el error de no ir a matar contra Venezuela en la última fecha y dejarlo vivo para el hexagonal final. Úbeda guardó jugadores por estar clasificado y el empate eliminó a Bolivia, rival más débil que los venezolanos, que a la postre nos dieron un gran dolor de cabeza.

En el hexagonal todos los problemas que estaban atados con alambre se soltaron y se notó el poco trabajo del cuerpo técnico con los jugadores. El primer partido, a pesar de arrancar mejor, fue goleado 3 a 0 por Uruguay y mostró que sus jugadores no se adaptaban bien al esquema.

En la segunda fecha cambió el arquero (ingresó Cambeses por Magnano) y puso a Zalazar, central por naturaleza, de 4. No mejoró: el arquero dudó en el gol colombiano y el defensor tuvo una tarde muy floja. De una genialidad de Conechny pudimos ganarlo con el gol de Martinez sobe la hora.

Contra Ecuador la historia fue muy distinta, el local nos pasó por arriba. Los chicos no pudieron hacer pie y los tres goles recibidos fueron poco. Otra vez Úbeda puso a zalazar de 4 y sumó a Lisandro Martínez de 6: dos centrales por las bandas. Y repitió algo que fue costumbre en el Sudamericano: el ingreso tardío de Barco.

El chico de Independiente llegó como el destinado a comandar el desequilibrio en ofensiva, pero después de unos partidos de titular, el técnico lo guardó en el banco. Fue una fija en los segundos tiempos, pero siempre ingresó tarde, con resultados por levantar o rendimientos flojos. Tiene edad para jugar otro Sudamericano, puede tener revancha.

En el partido que terminó definiendo el grupo, Argentina fue más que Brasil, pero los errores defensivos se repitieron y los chicos estuvieron dos veces en desventajas. El coraje y la fuerza interior hizo el milagro: otra combinación de Conechny y Martínez le dio vida a la selección.

En la última fecha Úbeda se la jugó: cambió de arquero (atajó Petroli), línea de tres abajo, un solo cinco, dos volantes, dos enganches y dos delanteros. Ganamos contra Venezuela y Colombia nos dio una mano contra Brasil. Pero no nos sobró nada.

Para rescatar están los goles de los delanteros Martínez y Torres (goleadores del certamen con cinco), la garra y disciplina de Ascacíbar, los desbordes de Mansilla y las genialidades de Conechny. Para el mundial va a necesitar mucho trabajo el plantel y algún cambio de nombre, más que nada en defensa.

Este juvenil no tiene mucho que festejar, entró por la ventana, no tuvo un once definido y defensivamente dio ventajas que lo tuvieron a mal traer en todo el campeonato. Pero la peor parte es claramente la de los dirigentes, que no acompañaron el corto proceso, se olvidaron de los 44 proyectos y eligieron a dedo al técnico, que poco sabe de juveniles.

El mundial de Corea se juega del 20 de mayo al 11 de junio. Hay tiempo para trabajar y conseguir que vengan los mejores de la edad, armar un equipo y jugar. Hay tiempo, no hay que volver a tirarla lejos, que casi nos quedamos afuera.

Federico Cavalli – @willycavalli

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