Cultura

20 julio, 2017

Marcelo Tinelli: el Cuco no vive debajo de la cama (II)

Segunda parte del análisis de este fenómeno cultural que hace casi tres décadas gobierna la pantalla. El machismo, el mercado, el grupo Clarín y el poder político. La autonomía relativa de Tinelli.

Entonces, ¿Showmatch es un buen programa porque lo elige “la gente”? No. Ampliar el campo de visión no significa virar al punto contrario en el que la actitud analítica sea reactiva y por oposición. Si en un primer momento logramos sortear la crítica de la calidad, en algún momento la vamos a tener que enfrentar. Showmatch no es solamente criticable por ser bizarro o por ser repetitivo.

La televisión de Marcelo Tinelli tiene hoy su punto más escabroso en el tratamiento sobre los cuerpos de las mujeres. Su programa nos expone como sociedad, lo que no significa que nos refleje: la cultura que se dice común, compartida, es machista. Incluso con la incuestionable potencia que cobró  #NiUnaMenos, con la contundencia de los reclamos, las marchas, la activación femenina y la lucha por los derechos de los sectores LGBTI, que alguien se manifieste contra los femicidios, que esa palabra haya ingresado en el vocabulario cotidiano e incluso en el de algunos medios de comunicación de mayor masividad, no asegura que la reproducción del patriarcado esté en suspenso o en claro retroceso.

Militar contra el machismo en las imágenes de Showmatch, contra la disposición de los cuerpos femeninos como elementos decorativos, como su reducción a una cosa contemplativa, es militar contra la forma histórica en la que las mujeres han sido representadas y ubicadas, y con la que nos hemos educado. Su programa es parte de lo que hemos permitido pero que hoy incomoda. Aparecen interferencias. Por eso ya no corta polleras, porque el movimiento feminista crece y dice hasta acá.

Tampoco olvidemos que el mercado no es sordo y aunque la publicidad sigue gozando de su ignorancia sobre estos cambios, hay quienes entienden que ser explícitamente misógino o machista, puede empezar a perjudicar.

Por otro lado, hay una postura complementaria que evita reduccionismos. Los medios de comunicación suelen oscilar entre distintas, aunque no tan variadas, representaciones de las mujeres: son putas, son tontas y/o son madres de familia que además, trabajan, por tirar los ejemplos más burdos.

¿Por qué los análisis sobre el tratamiento de las mujeres en Showmatch o similares siempre se olvidan de pensar la dimensión de la ganancia que obtienen cuando eligen formar parte del staff de bailarinas de uno de los programas más vistos de la televisión argentina? Ahí también hay negociación y no hay tontas. Preguntarnos qué ganan, qué pierden, en qué ceden, por qué lo eligen es, al menos, dejar de verlas como sometidas y devolverles la capacidad de entendimiento, como base, y por qué no, del placer.

¿Y Canal 13? ¿y Clarín? ¿y Macri?

En el acto de reconocimiento a Marcelo Tinelli como Personalidad Destacada de la Cultura estuvo presente Mauricio Macri. Fue su gobierno municipal el que entregó la distinción (votada en la Legislatura y acompañada no sólo por el PRO).

Tinelli y Macri son amigos, esto no es una novedad, pero ¿se eligió premiar por amistad? ¿O se buscó capitalizar la aprobación de los televidentes con fines políticos? ¿O quizás se sujetaron a reconocer una figura todavía hoy elegida por miles de argentinos delineando su idea de lo popular? Las razones pueden haber sido todas esas, pero en retrospectiva no parece ser una placa que haya superado la mera anécdota biográfica y el coyuntural malestar estomacal de quienes atónitos se lo tomaron demasiado en serio.

El día de la distinción, Marcelo Tinelli sacó sus papeles y declaró haber revisado las definiciones de “cultura” para poder clarificar qué significaba el premio que estaba recibiendo. Se quedó con una: la cultura es el conjunto total de los actos de una comunidad determinada, va en contra de la discriminación y se apoya en el respeto. Además, agregó la importancia de entender de esta manera a la cultura ejemplificando con los pueblos originarios y la manera en que fueron arrasados por haberlos visto como salvajes.

Hay que aplaudirlo por esquivar el bulto, de otro modo hay que creerlo demasiado inocente.

La cultura es conflicto, como lo demuestra su programa: la tensión entre lo popular y lo culto, el machismo y el feminismo. Sin embargo, elige la definición desde el multiculturalismo lavado que proponen la ONU y otros organismos internacionales que cínicamente aconsejan la paz mundial.

Showmatch se emite desde Canal 13, propiedad de Clarín, el multimedios que no sólo no acató la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, sino que goza de un lujoso estado de salud gracias, entre otras medidas, al hachazo que se realizó sobre la misma.

Sin embargo, Tinelli se mueve con cierta autonomía. Puede cerrar su emisión con Daniel Scioli, invitar a Sergio Massa y parodiar a Mauricio Macri y ser acusado por ello de pertenecer a los tres partidos políticos en breves lapsos.

El humor político en su programa puede ser más o menos malo, pero por ahora el que se sigue riendo es él, y aun despojado de sus acciones en Ideas del Sur, su peso simbólico puede más que una bajada de línea editorial. Si coinciden, entonces, hablamos de otra situación.

Otros contenidos son posibles y se necesita paciencia. La buena propuesta de algunos programas que rompen con fórmulas y con lugares comunes todavía tiene escaso rating pero algo es cierto y es que los públicos se educan. Indefectiblemente precisamos tiempo, mucho trabajo y no subestimar desde el pedestal snob el consumo popular.

Ana Clara Azcurra Mariani* – @serserendipia

* Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA) y Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA)

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