Batalla de Ideas

5 agosto, 2019

Niñas no madres II

Este domingo, el diario La Nación publicó un editorial para celebrar el fallo de la jueza correntina que sentó un precedente para que la adopción prenatal sea posible en el país. Bajo el título “Bienvenida la adopción prenatal”, el diario volvió a sentar su postura antiderechos y tomó como una victoria propia el fallo de la magistrada Marta Legarreta.

Carla Martilotta

@CarlaMartilotta

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“Si alguna duda existiese sobre la verdad y bondad que encierra la norma del Código Civil y Comercial de la Nación, vigente desde enero de 2016, que establece que ‘la existencia de la persona humana comienza con la concepción’, con todos los derechos que le corresponden, con la sola exigencia de que nazca con vida, ella ha quedado nueva y completamente disipada ante la muy certera decisión de la jueza de familia María Legarreta, quien resolvió iniciar el trámite para dar en adopción a una beba cuando estaba aún en el vientre materno”.

Así, victorioso, como si hubiese ganado una batalla contra los derechos de las mujeres, comienza el editorial del matutino que repasa la historia de una joven de 17 años que fue violada sistemáticamente por su padrastro y que como consecuencia de los abusos sufridos quedó embarazada en dos oportunidades. La primera vez no se animó a hablar por miedo a los golpes que el abusador le propiciaba, la segunda, fue muy clara y mirando a Lagarreta a la cara, le dijo: “No quiero tener otro bebé a la fuerza”.

El diario de la familia Saguier celebra el fallo ilegal de la jueza, sin embargo, miente en el desarrollo de los hechos y romantiza la elección -forzada- de la víctima. Según el diario, la joven “adecuadamente asesorada, eligió tener al bebé, prestando su consentimiento libre e informado”. Este dato es falso. La menor fue obligada a parir y dar en adopción al bebé, porque en el hospital local se negaron a realizarle una Interrupción Legal del Embarazo (ILE) a pesar de que la misma jueza de familia había firmado su consentimiento.

Así, da por tierra con la legislación vigente y abre los brazos a un fallo judicial que violenta a las mujeres y niñas que ya sufrieron en manos de la sociedad machista y les perpetúa la tortura en manos del Estado. Mientras el aborto en casos de violación es legal desde el año 1921, la adopción prenatal es lisa y llanamente ilegal.

Cuando en 2018 organizaciones feministas y de derechos humanos copaban las calles de Argentina para exigirle al Congreso que declare legal la decisión de las mujeres a abortar, se debatió en el recinto el darle o no vía libre a algún proyecto que enmarque la adopción prenatal.

El principal proyecto de esa índole lo presentó Juan Brügge, vicepresidente del Partido Demócrata Cristiano de la Argentina y diputado por Córdoba Federal. A ese proyecto, La Nación lo militó como uno que “confirma el valor del instituto de la adopción como camino para ayudar a quienes no pueden criar al niño por nacer y no desean sumarse al crimen abortista, ni sufrir los efectos de tan traumática decisión por años”. Nunca pasó de la comisión.

Así, el aborto es legal en Argentina y la adopción prenatal no. Mientras el poder judicial avasalla las normas vigentes, los médicos obstaculizan el acceso a la interrupción legal del embarazo, y los medios de comunicación tradicionales no solo los encubren, sino que los presentan como héroes o heroínas ante la marea verde, siempre presentada como una enemiga a derrotar.

Sin embargo, en algo es preciso el editorial de este domingo: “La adolescente expresó que quería entregarla desde el momento del nacimiento, pues no quería tenerla ni amamantarla”. Así, quienes celebran la tortura a las menores violadas y obligadas a parir, reconocen que el deseo de las víctimas es incumplido y las responsabilizan por sus propios padecimientos convirtiéndolas en falsas pilares de la familia tradicional.

El editorial de este domingo encuentra su precedente directo en aquel titulado “Niñas madres con mayúscula” donde pregonaba que “resulta admirable y emocionante ver desplegarse el instinto materno” en niñas menores de 12 años, y que generó el repudio de la comunidad internacional.

En Argentina, una niña de entre 10 y 14 años se convierte en madre cada 3 horas. Cada 3 horas una menor de edad, una nena, es obligada a parir, a amamantar, cuidar y criar al producto de su abuso. Mientras estos medios de comunicación buscan fortalecer la mentira del “instinto materno”, eligen omitir que siempre, sin excepciones, un embarazo adolescente es producto de una violación.

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