El Mundo

26 abril, 2020

Haití entre sus dificultades históricas y el Covid-19

El país más pobre de América Latina afronta una situación crítica ante la pandemia producto de un sistema de salud ineficiente y privatizado producto de años de saqueo.

Juan Giraldes e Iván Manzo*

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El gobierno de Jovenel Moïse sigue sin dar respuesta a su pueblo luego de cuatro años de mandato en donde se han desencadenado sucesivas crisis, como la del aumento de combustible en 2018 o la de corrupción en el manejo de los fondos de PetroCaribe en 2019. En estos conflictos se visibilizaron no solo los malos manejos de un gobierno títere de EE.UU., sino un cansancio de la población haitiana con respecto a estas políticas, la cual llevó a cabo grandes movilizaciones y ocupaciones de calle durante varios meses.

Si bien estos niveles de movilización masiva no se producían desde el gobierno de facto de ‘Baby Doc’ Duvalier en la década de los 80, es cierto que el pueblo haitiano tiene un recorrido de más de 200 años de inestabilidad política y traiciones gubernamentales. Si hacemos un repaso rápido tan solo tres gobiernos desde la independencia hasta la actualidad pudieron completar su mandato, sufriendo en el medio tres ocupaciones militares y décadas de gobiernos dictatoriales.

Aunque el panorama político de 2019 – crisis muy profunda que derivó en una parálisis total del país por cuatro meses- se estabilizó comenzando diciembre, el 2020 es un año de continuidad de la problemática socioeconómica estructural y falta de legitimidad política del gobierno. 

La visita del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro a comienzos de enero demuestran cómo la agenda estadounidense intenta retomar la iniciativa aprovechando la desmovilización. Esta se centra en tres puntos fundamentales: generar un gobierno de coalición; crear una nueva constitución; y las elecciones de 2020.

El primer punto está orientado a lograr legitimidad y estabilidad en el gobierno para poder generar un consenso que permita lograr el punto dos: el cambio de la Constitución que rige en el país desde 1987, para esencialmente quitar todas las conquistas sociales y derechos que el pueblo logró con tantos años de lucha. Esa agenda se terminaría de completar con nuevos comicios durante este 2020.

Hasta la fecha ninguno de esos puntos han podido llevarse a cabo, llegando incluso al presidente Moïse a decretar el cierre del parlamento el 14 de enero y a nombrar un primer ministro por fuera del consenso necesario constitucionalmente con el Poder Legislativo. Demostrando la falta de intencionalidad democrática de su gobierno, así como también la aguda crisis política por la que atraviesa este país caribeño.

Un sistema de salud inexistente

Es en esta coyuntura de inestabilidad y deterioro democrático, cuando un suceso a nivel mundial, como la pandemia del Covid-19, vino a complejizar aún más la situación haitiana.

Si se tiene en cuenta la capacidad de respuesta histórica de la estructura del Estado ante problemáticas de salud, como la reciente epidemia de cólera -una enfermedad controlada en el resto del mundo- que dejó un saldo de más de 10 mil muertos y 800 mil infectados, el escenario es preocupante.

Los sucesivos gobiernos neoliberales apoyados por las potencias de occidente -con EE.UU. a la cabeza- son responsables directos del vaciamiento del Estado y de la falta de partidas presupuestarias en materia de salud, generando una total vulnerabilidad de la población. 

El gobierno actual del país caribeño ha avanzado en este tipo de políticas, desfinanciando este sector, privatizándolo casi en su totalidad dejando un sistema sanitario público prácticamente inexistente, con solo 624 camas, 64 ventiladores y 911 médicos para casi 12 millones de habitantes. Además, no cuenta con insumos hospitalarios necesarios para enfrentar esta pandemia. 

Camille Charlmers, dirigente de la Plataforma haitiana de Defensa por un Desarrollo Alternativo (PAPDA) y del Foro patriótico, “el sistema de salud del país no es más que el producto de la destrucción sistemática de los sucesivos gobiernos neoliberales, como el de Jovenel Moïse”.

A este escenario hay que sumar más de 100 mil deportaciones, de haitianos y haitianas ilegales, de dos de los focos más importantes de la pandemia en la actualidad: República Dominicana y EE.UU. 

Producto de la presión de la embajada norteamericana, el 17 de abril el gobierno de Moïse ordenó la reapertura de las zonas francas, en especial la que contiene a la empresa textil que abastece de insumos sanitarios al país del norte. La gravedad de este hecho visibiliza las prioridades del gobierno, colocando por encimala economía sobre las vidas humanas de estos obreros que trabajan en las mismas condiciones que antes de la pandemia. Sin barbijo, sin guantes y sin distanciamiento social. “Están sacrificando las vidas de los obreros haitianos para abastecer el mercado de salud norteamericano”, denunció Chalmers.

Mientras tanto el gobierno haitiano aprovecha la situación para intentar recuperar la legitimidad perdida y mostrarse capaz de gestionar esta pandemia. Mediante el ocultamiento abierto de la información buscan mostrar un control pleno de la situación. En este sentido se crearon distintos comités (de Comunicación, Científico, Socioeconómico y multisectorial) con un discurso demagógico, copiado de dirigentes de países del occidente y una falta clara de operatividad real.

Los movimientos sociales se articulan frente a la crisis

Desde 2018 organizaciones populares de Haití comenzaron a establecer articulaciones y vínculos, construyendo consensos, logrando cristalizar en agosto del 2019 un encuentro en donde se conformó la plataforma política denominada Foro Patriótico. Esta reúne 62 organizaciones de diferentes regiones del país, tanto urbanas como campesinas, logrando así los mayores marcos de unidad del campo popular haitiano en los últimos 40 años.

Entre las propuestas principales del foro se encuentran, reforma política, reforma constitucional y la conformación de un gobierno, amplio plural, de transición.

De este encuentro se crearon los comités regionales, presentes en los distintos departamentos de Haití. A través de estos se empezaron a desplegar políticas en el territorio, conformando comités de solidaridad. Dichos comités trabajan desde una visión política la concientización del pueblo haitiano con respecto al virus en pos de lograr mejores estrategias de cuidado colectivo.  “Nos parece importante, desde el Foro Patriótico, vincular la pandemia del Covid-19 con la crisis estructural del capitalismo”, puntualizó Chalmers. 

Mientras el gobierno neoliberal busca sacar provecho político y económico de esta situación con discursos demagógicos que esconden negociados, desde las organizaciones y movimientos sociales se busca la articulación y cooperación para encontrar soluciones concretas, no solo ante esta situación coyuntural sino ante las adversidades estructurales que vive el país desde hace décadas. 

Los distintos gobiernos estadounidenses, en complicidad con gobiernos locales títeres, han saqueado a Haití durante décadas haciendo de este rico país, un territorio empobrecido y dependiente de las grandes potencias de turno. La corrupción y la inestabilidad política durante más de 200 años han sido la norma, generando una falta de estructura estatal para afrontar las dificultades que se presentan. 

Pero a pesar de los desesperados intentos de aniquilar el ejemplo de lucha del pueblo haitiano, -hijos e hijas de los esclavos que conquistaron su libertad- éste sigue organizándose, generando alternativas superadoras necesarias para sortear sus dificultades históricas. Los embates no podrán callar a la primera Patria negra del mundo, a la primer Revolución exitosa en América latina. 

El pueblo haitiano continúa resistiendo.

* Integrantes de la Brigada Internacionalista JeanJacques Dessalines impulsada por la Vía Campesina en Haití

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