Cultura

22 julio, 2020

El héroe en grupo desaparecido por la dictadura

Héctor Germán Oesterheld pudo haber sido un consagrado escritor de cuentos o novelas, pero eligió ser guionista de historietas, un género relegado y popular. Escribió una de las obras más reconocidas mundialmente de la literatura ilustrada. No creó superhéroes ni mundos ficticios, sino héroes colectivos.

Nicolás Castelli

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Los personajes creados por Héctor Oesterheld eran humanos comunes en situaciones extraordinarias que actuaban y se organizaban en grupo como en El Eternauta, o que se solidarizaban con los que en la historieta convencional ningún personaje lo hacía, como el Sargento Kirk con los indios.

Oesterheld escribió sobre sus convicciones y militó por ellas. Les entregó la vida, convencido de que el protagonista que puede transformar las injusticias de este mundo nunca es individual.

El guionista de hombres y mujeres comunes

Nacido un 23 de Julio de 1919 en una familia de origen alemán y de clase media acomodada, comenzó su carrera escribiendo cuentos infantiles por encargo. Se casó con Elsa Sánchez, con quien tuvo cuatro hijas y vivieron en una chalet de Beccar. Tal vez los años más felices de una familia a la que el terrorismo de Estado golpeó como a tantas otras. El chalet de los Oesterheld era un hogar lleno de vida, donde la literatura se mezclaba con los comics.

Su mundo social no era peronista, sino todo lo contrario. Por eso, en 1955, en los últimos días del gobierno de Juan Domingo Perón, fue convocado a guionar la vida del general con sueldo y oficina propia, pero se negó.

Oesterheld hijas

En 1957, junto a su hermano Jorge creó la Editorial Frontera, y después lanzó las revistas Hora Cero y Frontera con historietas y personajes con los que creció toda una generación, como la recordada Ernie Pike.

Pero fue con El Eternauta, por lejos su obra más reconocida, con la que alcanzó definitivamente renombre. Comenzó a publicarse aquel mismo año, semanalmente en Hora Cero y con dibujos de Francisco Solano López.

El Eternauta cuenta la historia de una invasión alienígena pero con la particularidad que esta sucede en Buenos Aires, en escenarios conocidos y familiares para su público. La cancha de River, la avenida General Paz, Vicente López y un conjunto de personajes, amigos y vecinos, que prefiguran y constituyen al héroe en grupo, que se organiza para resistir y luchar contra el invasor.

Héctor y las chicas

Los años 60 en nuestro país fueron de un progresivo aumento de la conflictividad social y la radicalización política. En esos tiempos Oesterheld había cerrado Editorial Frontera por problemas económicos. Sin embargo, decidió seguir escribiendo y ajustar los gastos.

Por eso Diana, Beatríz, Estela y Marina debieron cambiar de la escuela privada a la escuela pública. En ese pasaje sus hijas se encuentraron con otro mundo que no era el del club, ni del círculo social al que estaban habituadas. Pronto también se encontraron con otra Argentina, ahí nomás, cruzando las vías frente al chalet de Beccar, donde curas tercermundistas y estudiantes del Nacional de San Isidro iban a realizar trabajos sociocomunitarios.

Mientras tanto, en 1968 Oesterheld junto al dibujante Alberto Breccia y su hijo Enrique realizaron una historieta/biografía del Che Guevara, que formó parte de un proyecto que se llamaría Biografías para la editorial de Jorge Alvarez. Entre la lista de nombres de personajes que podrían encarnar la historieta figuraron Fidel Castro, Augusto Sandino, Pancho Villa, Tupac Amaru y Simón Bolívar, entre otros. Héctor elegía escribir sobre las vidas e historias de héroes en grupo, que a lo largo de la historia enfrentaron la injusticia y la opresión en Latinoamérica.

El Eternauta

No se sabe quién fue primero, si él o alguna de las chicas, pero lo cierto es que padre e hijas fueron convergiendo, con toda una generación, en un mismo sueño y en una misma creencia: que la revolución era posible, urgente y necesaria en un país donde las bombas, los militares y la oligarquía habían acallado la voz de las mayorías populares para relegarlas al rol subordinado al que siempre las condenaron.

Fueron los años Montoneros de Oesterheld, «el Viejo», que con casi sesenta años compartió militancia con sus hijas y con muchos de los jóvenes que veinte años atrás esperaban con ansiedad el nuevo número de Hora Cero para leer El Eternauta. Fueron también los años de La Guerra de los Antártares, otra historia de una invasión pero ya con un perfil antiimperialista muy marcado que fue publicada en 1974 en Noticias, el diario financiado por la organización.

Pero vino la dictadura, como una invasión donde ya no era ficción encontrar la muerte en las calles, sino una realidad trágica que secuestró, torturó y desapareció a Héctor, las chicas y a toda esa generación que creció con los héroes colectivos de las historietas del Viejo. El terrorismo de Estado que vino a acabar con ese héroe que se organiza, resiste y lucha.

Elsa Sánchez, años después, escribió en una carta de presentación sobre un libro biográfico de su familia: “Mi nombre es Elsa Sánchez de Oesterheld y soy la mujer de Héctor Germán Oesterheld, famoso en el mundo por haber escrito la historieta El Eternauta. En la época trágica de este país desaparecieron a mis cuatro hijas, mi marido, mis dos yernos, otro yerno que no conocí, y dos nietitos que estaban en la panza. Pero prefiero recordar los años en que fui felíz”.

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