Batalla de Ideas

14 septiembre, 2020

Claves del conflicto policial: a Olivos en patrullero

A lo largo de esta semana la seguridad volvió a ser un tema central. Evidentemente ya es una profecía autocumplida que es un tema que vino para instalarse.

Por Agostina Suraniti y Facundo Guarido

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Seguridad implica muchos factores: pone en debate el rol de las fuerzas de seguridad, la legitimidad de sus reclamos, la metodología de los mismos, la desigualdad de oportunidades, la falta de acceso a tierra, techo y trabajo, y mil otros etcéteras.

A día ciento y pico de cuarentena, los medios hegemónicos de comunicación tienen mucha más capacidad de permear en los hogares que habitualmente, y un reclamo aislado se replica al instante. De algunas acciones sueltas, en menos de 24 horas pasamos a tener sitiado al presidente de la Nación por patrulleros y efectivos de la policía bonaerense, una fuerza que en realidad ni siquiera depende del Poder Ejecutivo nacional. Entonces ¿cuánto hubo de protesta legítima y cuánto de intento de desestabilización?

Breve cronología de los hechos

La semana pasada el presidente junto con el gobernador de la Provincia de Buenos Aires anunciaron un Plan Integral de Seguridad. Este plan incluye más de 38 mil millones de pesos destinados a la construcción de nuevas cárceles y de nuevos equipamientos para «mejorar las fuerzas de seguridad». Horas después, la abogada Florencia Arietto adivinaba en TN que se aproximaba un reclamo de policía bonaerense. Apenas un día más tarde, su vaticinio se hizo realidad. El anuncio de este ambicioso plan funcionó de detonante para un reclamo que se venía gestando a fuego lento producto del atraso salarial dejado por la gestión pasada de Cristian Ritondo y Maria Eugenia Vidal.

Al principio sólo eran algunos patrulleros en unos pocos puntos de la PBA. El reclamo era llevado adelante principalmente por algunos familiares y policías retirados. Un rato más tarde, más patrulleros en más puntos. En la madrugada del lunes, varios patrulleros alrededor de la Casa de Gobierno y la residencia del gobernador de la Provincia.

No había ningún vocero, ninguna vocera, ni nadie que tomara la voz de mando. Los argumentos y los reclamos que se escuchaban en los móviles televisivos eran muchos y diversos: desde diversas mejoras en las condiciones de trabajo a la necesidad de aumento de salarios.

Una paritaria armada

El miércoles decidieron mover su protesta a Olivos. Fuerzas de casi todo el arco político manifestaron su repudio a este método. Ese mismo día, el presidente de la Nación acompañado por el gobernador, la vicegobernadora e intendentes e intendentas municipales (principalmente del conurbano) anunció que se le devolvía a la PBA un punto de la coparticipación que se le había dado a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por DNU en 2016, destinado al traspaso de la Policía de la Ciudad. Con ese dinero, se pagaría el aumento de salario para escuchar el reclamo de la desigualdad entre la policía bonaerense y la policía de CABA.

El día jueves, el gobernador Axel Kicillof junto con el ministro de seguridad y la vicegobernadora anunciaron cómo se completaría el Plan Integral de Seguridad: aumento de salarios y equiparación con la policía federal, quintuplicación de la remuneración percibida por uniforme, triplicación del valor de las horas extras (cores), creación de dos hospitales de atención para la policía bonaerense y del instituto universitario Juan Vucetich. Un anuncio que en principio sucedería el día viernes y, dado los hechos, decidieron adelantar.

Algunas reflexiones

¿El reclamo nos parece legítimo? Sí. Un trabajador tiene derecho a reclamar por igual salario por la misma tarea. Es desigual e injusto que la policía perciba salarios tan disímiles de un lado y del otro de la General Paz.

¿El método nos parece válido? No. Nos parece inconstitucional. Rodear la casa de gobierno con las armas y los patrulleros provistos por el estado para garantizar la seguridad de la población es un hecho muy grave que pone en peligro el orden institucional. A su vez, la cuestión de la sindicalización de las fuerzas policiales vuelve a aflorar en el debate público como una posibilidad para encauzar este tipo de conflictos.

Más allá de la legitimidad del reclamo quedó al descubierto la falta de mandos al interior de la institución policial más grande del país, la ausencia de interlocutores claros y con autoridad en ambas partes del conflicto paradójicamente afianzaron en el puesto al ministro de seguridad Sergio Berni. Sigue siendo urgente pensar también de qué hablamos cuando hablamos de seguridad y encarar profundas transformaciones en la policía bonaerense, que durante más de cien días no dio respuestas acerca del paradero de Facundo Astudillo Castro.

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