El Mundo

30 septiembre, 2020

Elecciones departamentales en Uruguay: apuntes sobre resultados

El pasado domingo fueron las elecciones departamentales en Uruguay. Sus resultados dan cuenta de la correlación de fuerzas que gobernará al país en los próximos 5 años. 15 departamentos son para el Partido Nacional (PN), uno para el Partido Colorado (PC) y tres para el Frente Amplio (FA).

Camila Zeballos Lereté*

COMPARTIR AHORA

El domingo 27 de setiembre se celebraron las elecciones departamentales en Uruguay. Con ellas se cerró el ciclo electoral que había comenzado en junio del año pasado con las elecciones internas. Fue una instancia distinta porque la pandemia del Covid-19 obligó a cambiar de fecha –originalmente prevista para el 10 de mayo-, pero resultó igualmente atractiva.

Además de votar intendentes y ediles para cada uno de los 19 departamentos, los uruguayos eligieron Alcalde de municipio y consejo vecinal. La figura del Alcalde cambió la dinámica de vinculación intergubernamental, porque creó nueva relaciones económicas, jurídicas, políticas y administrativas entre el nivel central, departamental y municipal (Freigedo, Rodríguez, Lamas 2019).

Es probable que el poco tiempo de implementación de la reforma explique los distintos niveles de apropiación que los partidos políticos y los ciudadanos hacen del instrumento. Ahora bien, esto no es así en todo el país: en muchos departamentos del interior la adhesión a la elección municipal es más alta que lo que sucede en la capital y eso tiene que ver, básicamente, con la forma en que se hace política y que en Montevideo parece no comprenderse.

Dado el peso electoral que cae en Montevideo, la campaña y la elección que tienen lugar en sus 200 kilómetros cuadrados adquieren una gran relevancia mediática. Pero en el interior del país, la vida política sigue, y lo hace con prácticas tan distintas a las que mantiene la capital ilustrada y progresista que cuando pasa lo de hace apenas 5 días nadie encuentra una explicación más lógica que decir “¿y qué querés? son unos retrasados, no entiendo lo que votan, habría que poner un muro que divida Montevideo y Canelones del resto”. Así, no hay análisis político que resista. No se puede partir que prácticamente medio Uruguay se equivoca en la elección porque no confió su voto a los candidatos del Frente Amplio (FA) ¿No será que el FA se equivoca en la forma de aproximación a ese electorado?

Para ganar una elección hay que trabajar. En este caso, para retener todos los departamentos que el FA tenía, debería haber trabajado en la construcción de candidatos políticos potentes desde tiempo atrás. Un candidato no gana las elecciones trabajando tres meses y “recorriendo” o “aterrizando” en el territorio a las apuradas.  Y esa fue la estrategia de la mayoría de los candidatos del FA en el interior durante la campaña electoral departamental y la de la Coalición Multicolor (CM) en Montevideo.

Mientras tanto, ¿qué pasaba con el Partido Nacional (PN) en el interior? Sus candidatos no pararon de recorrerlo, armaron agenda, instalaron y levantaron demandas, movilizaron redes territoriales informales sustantivas para la instancia electoral. Es cierto, a veces con prácticas poco santas, pero es bueno convenir que el FA tampoco es un santo.

El FA tenía 6 departamentos que retener en esta elección: Montevideo, Canelones, Rocha, Río Negro, Salto y Paysandú. Dos estaban muy seguras (Montevideo y Canelones) pero las demás muy comprometidas. Retuvo las seguras y sumó Salto. Vale aclarar: no la retuvo por méritos propios, sino por defectos ajenos. Uno de los dos departamentos donde el fosilizado PC no había entrado en la CM y se presentaba como una alternativa real al candidato del PN.

Las debilidades ajenas fortalecieron a la candidatura del FA. El resto de las derrotas son casos de estudio en sí mismo. Pero bueno “así es la democracia” y por suerte no faltarán los politólogos ortodoxos que digan “la alternancia hace bien”, “las instituciones se fortalecen”. En estas elecciones departamentales volvió a quedar en evidencia algo que en la elección presidencial de octubre repiqueteó con fuerza: el FA no solo perdió capacidad de decodificación de las demandas ciudadanas que se alejan de su fidelizado electorado urbano, sino que perdió capacidad de reacción política.

Pero no todo horizonte es oscuro. En Montevideo volvió a ganar tranquilamente el FA por séptima vez consecutiva. Carolina Cosse se llevó la mayoría de los votos, y lo hizo tranquilamente. Aplomada. A diferencia de lo sucedido en las internas de 2019, a las que necesariamente le tenía que hablar a un electorado más amplio y por ello en ocasiones se la veía impostando un rol, en esta elección fue certera y hábil.

En la noche del domingo, una vez conocido el resultado, Cosse desplegó dos discursos distintos: uno cuando hizo una conferencia de prensa improvisada para medios que la esperaban en la casa del FA, y otro en el balcón, para hablar a los puñados de frenteamplistas que se habían reunido a modo de festejo. En su primera aparición le habló a un público más amplio, a aquellos electores que no la habían votado. Hizo el típico discurso dialoguista, responsable, moderado, articulador que es obvio y necesario. En el segundo momento, le habló a un público frenteamplista. En esta segunda versión, parecía más cómoda, más holgada y es probable que parte de sus electores la hayan disfrutado más.

¿Qué hay que esperar de su gobierno departamental? Nada muy diferente a lo que viene sucediendo en los últimos años. No es la primera Intendenta apoyada por el Partido Comunista. Entre 2010 y 2015 Montevideo fue gobernada por Ana Olivera, orgánica del Partido. Cosse fue adoptada. Lejos de la radicalidad que algunos ven en la figura de Cosse y los miedos que genere un “gobierno paralelo al de Lacalle Pou”, su administración será de continuidad: porque los márgenes son acotados y porque ella misma está cultivando un perfil de gestora responsable ¿Es esperable que sea un gobierno netamente del Partido Comunista? No. Y quienes afirman eso solo confirman dos aspectos: que no entienden cómo es la lógica del FA y no saben qué tipo de perfil tiene el Partido Comunista en Uruguay.

Si bien serán años muy duros para el país -un ajuste fiscal fuerte que ya se cobra cientos de miles de desempleados, un gobierno nacional lejano a las causas sociales y proclive a emitir frases como “estoy con el campo”- es probable que sucedan algunos hechos interesantes: que se produzca la necesaria autocrítica y reestructuración del FA y se realice una re-conquista del interior. Ojalá el gobierno de Montevideo y Canelones sorprendan por izquierda, pero a diferencia de lo que se ha instalado como sentido común, el electorado uruguayo está cada vez más corrido a la derecha y no será sencillo para quienes quieran competir en la carrera presidencial de 2024. 

*Politóloga uruguaya. c.zeballos1@gmail.com

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas